lunes, 26 de abril de 2010

¿Cómo usar mi vida del mejor modo posible?


Hola a todos, os presento al P. Joseph Tham. Es nuestro primer sacerdote chino. Su historia es increíble, pero créetela o me veré obligado a pasarte su correo para convencerte.

El P. Joseph nació en Hong Kong, se transfirió a Canadá y allí estudió la carrera de medicina. Ejerció varios años como médico brillantemente, pero su inquietud intelectual le llevó a seguir estudiando. Parece que medicina le sabía a poco así que se anzó a la carrera de matemáticas puras consiguiendo el título de nuevo brillantemente (sí, lo sé, ya lo he dicho antes, pero lo de "brillante" abunda mucho en la vida del P. Joseph)

Fue durante este período cuando descubrió sus increíbles dotes para la pintura. Todos me dicen que exagero, pero el P. Joseph pinta a la velocidad del sonido. Al menos esa es mi impresión. En una siesta puede empezar y terminar un cuadro, sacarle una foto y venderlo por internet. Así ayudó a la Escuela de la Fe cuando trabajó en México.

La mayoría de nosotros estaríamos mareados haciendo sólo la mitad de esto, pero el P. Joseph sentía que le faltaba algo. No sabía qué. Era médico, matemático y como hobbie, artista. Pero dentro de él... ese vacío, esa llamada a algo más.

Así que se fue a África como misionero. Sí, has leído bien: África. Misionero. Dos veranos. Pero como laico. Fue a ofrecer sus servicios como médico. Esto le gustó más. Podía ayudar a todos gratis y sanarles... pero... el vacío seguía ahí ¿qué pasaba? ¿por qué? El Dr. Tham ayudaba a todos, curaba a un hombre... pero se daba cuenta de que ese señor quería algo aún más que su salud. Quería, por ejemplo, que su hijo fuera bueno. Y él ahí no llegaba. Curaba a una señora. La señora quería estar sana. Pero quería aún más que su marido le fuera fiel. Y él ahí no llegaba. Veía que todos aspiraban a algo más que lo material. Africa le iluminó.

Así fue como descubrió su llamada al sacerdocio ¡ser sacerdote! ¡ser misionero!... ¡Así podría ayudar a todos a llenar esa sed de Dios! Así podría darles a todos lo que más anhelamos. Así podría darles el bien más grande que podemos compartir entre nosotros: la fe.

Ya han pasado varios años desde entonces y ahora el P. Joseph es sacerdote aquí, en Roma. Claro que para eso tuvo que estudiar filosofía y teología. Pero estaba entrenado. Estudiar para él es como respirar. Tanto que hace dos años consiguió también el doctorado en bioética.

Ahora el P. Joseph alterna sus clases en Roma con salidas prolongadas a Estados Unidos y a Hong Kong donde puede exponer la doctrina de la Iglesia sobre la vida y usar su experiencia de médico para acercar a otros profesionales al Evangelio.

¡Gracias por su ejemplo, P. Joseph!

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